Hay verdades que nunca deben olvidarse
MARÍA JOSÉ ZALDÍVAR Abogada Y ex ministra del Trabajo
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María José Zaldívar
Hay verdades que por tan sabidas no se dicen, y que por no decirse se olvidan. Esta famosa frase que cada cierto tiempo me recuerda un tío mío, contiene una profunda sabiduría que conviene tener presente hoy.
Todos sabemos que para poder pagar pensiones (buenas o malas) son necesarios recursos. Y estos recursos se pueden obtener por dos vías: el Estado o las personas a través del pago de cotizaciones. Y existen alternativas mixtas, como en el caso de Chile.
Entre más recursos, mejores las pensiones. En la actualidad el Estado gasta US$ 6.511 millones para financiar las pensiones del antiguo sistema de reparto y los beneficios del pilar solidario. Producto de los tres retiros ya verificados, nuestro sistema de pensiones ha dejado de tener casi US$ 50 mil millones, que debían servir para pagar pensiones a futuro, y por lo tanto, para mantener, al menos, el mismo nivel de las actuales pensiones que entrega el sistema, será necesario que el Estado ponga a disposición una cantidad similar de recursos o que los afiliados que hayan efectuado algún retiro coticen en promedio por 6,8 años más para recuperar el mismo saldo. En otras palabras, postergar de manera relevante la edad de jubilación. Esto representa una enorme presión para el Estado en el futuro o para la clase política que deberá legislar en ese sentido.
Pero increíblemente ahora estamos hablando de un nuevo retiro, que aumentará el déficit en US$ 17.444 millones, al mismo tiempo que el Estado se compromete a entregar más recursos para ir en ayuda de las familias. A los US$ 35 mil millones que ya ha entregado en ayudas directas, el nuevo IFE e IFE laboral sumaran US$ 7.500 millones. ¿Es sostenible un sistema en el que uno de sus componentes desahorra aceleradamente casi US$ 67 mil millones mientras el otro asume un mayor gasto, tanto en ayudas directas que se pagarán durante este período, como en las futuras que serán permanentes a los casi 5,5 millones de afiliados que quedarán sin saldo para financiar su vejez?
Por eso resulta tan paradójico que después de tantos años discutiendo cómo mejorar las pensiones estemos haciendo justamente lo contrario: usar los recursos para otros fines y quitárselos al sistema de pensiones.
Pero resulta aún más incomprensible que quienes con gran convicción declararon que, conscientes del daño que se estaba haciendo a las futuras pensiones, sólo apoyarían un nuevo retiro si no existía otra vía de ayuda directa para las familias, hoy cambien de opinión sin justificación.
Para poder enfrentar los enormes desafíos del país necesitamos líderes con convicciones y miradas de largo plazo, que logren salir de la coyuntura para ver la totalidad de los efectos de sus decisiones. Cada una de ellas, como establece el efecto mariposa, conllevan muchísimas consecuencias, y negarlas o minimizarlas solo traen problemas mayores.
Ojalá no nos ocurra que por no ser valientes caigamos en que la verdad por tan sabida no se diga, o derechamente la ocultemos o tergiversemos, y por no decirla se olvide.